Centro de estadísticas del Real Madrid-Bayern de Múnich
¿Y si el Real Madrid hubiera salido a la cancha ante el París con la misma actitud? Seguro que se hubiera ahorrado esta 'final' sin título ante el Bayern. Se les veía hambrientos a los de Chus Mateo. Campazzo dirigía, Hezonja vestía la capa de Supermario y Deck daba un recital defensivo ante Devin Booker. Eso y el acierto exterior, con 8/9 en triples, se tradujo en un 33-17 al término del primer cuarto que dejó a los alemanes, que ya aparecieron sin Edwards, su MVP, sin respuesta.
El peligro estaba más en la propia piel blanca que en la germana. Porque ya se han visto períodos de desconexión que les obligan después a un sobreesfuerzo. Y así pasó. En el minuto 15 sólo habían anotado tres puntos más. Todo lo que había entrado antes se hizo oscuridad, incluso con acciones bajo el aro de Tavares o Garuba. Los bávaros aprovecharon el bajón para recortar distancias (36-26). Es cuando el técnico local paró el choque para refrescar las ideas de sus pupilos y volver a jugar en equipo. Hezonja asumió la responsabilidad y certificó con su 15º punto -más cuatro rebotes- el 52-33 con el que se llegó al descanso.
Al volver a la cancha, el Madrid salió dispuesto a sellar definitivamente su pasaporte para los play-offs y alcanzó un +24 (67-43), mitad por sus méritos al circular bien la bola, mitad por los deméritos de un contrincante que dimitió en defensa y apenas hizo tres faltas para frenar el vendaval. Como si no le importara. Luego despertaron un poco, lo suficiente para ganar el parcial (21-22) y alcanzar por debajo de los 20 los últimos 10 minutos (73-55).
Pero la suerte ya estaba echada. Sólo un descalabro, impensable a esas alturas y con lo que había en juego, podría poner en riesgo el pase a los play-offs. Así que cerró como debía esa recta final ante los muniqueses y obtuvo el último billete para esos cuartos de final, por 13ª temporada consecutiva, donde ya le espera descansado el Olympiacos.