La tendencia es marcada y describe la realidad: de los últimos tres puestos -los que no tienen cupo al próximo Mundial- solo Venezuela (12 puntos, a uno del séptimo lugar que da pase al repechaje) no sufrió el cambio de técnico. Chile, noveno con nueve unidades, confía aún en Gareca tras un mal inicio de Berizzo; y Perú, merecidamente último con apenas siete unidades, registra una estadística aterradora: por primera vez en su historia, la Bicolor tendrá tres técnicos.
Si había un interrogante de cuánto iba a costar la era pos-Gareca, Juan Reynoso y Jorge Fossati se encargaron de responderla. Y puede haber argumentos válidos para justificar ambos procesos, pero los números son los que mandan y ambos entrenadores están fuera de la Bicolor.
El primero fue Juan Reynoso. El 'Cabezón' quiso europeizar el ‘chocolate’ de la selección y el fútbol "moderno", de jugadores robots, no funcionó: ni una sola victoria en los seis partidos por Eliminatorias, solo dos empates. Y su salida le costó a la FPF cerca de dos millones de dólares.
Luego llegó el uruguayo Jorge Fossati, casi como un clamor popular. Su CV, con dos décadas como técnico y dos pasos por selecciones (Uruguay y Catar), sumado a que llegaba de salir campeón con Universitario, lo respaldaba. Sin embargo, se fue por la puerta trasera como su antecesor: una victoria en seis partidos por Eliminatorias.
Entre ambos entrenadores, Perú disputó 12 fechas de las clasificatorias y se hundió en el último lugar. Quedan, entonces, seis encuentros por delante. Aunque matemáticamente aún hay chances de ir al próximo Mundial (la Bicolor está a seis del repechaje a falta de 18 por jugar), la realidad indica que la Copa del Mundo 2026 la verá por TV. Y, en medio de ese contexto, en la Videna surge la pregunta: ¿elegir a un técnico para que pelee la clasificación o uno que mire la próxima cita mundialista, la de 2030?
¿Quién será el nuevo técnico?
Aún no era oficial su salida, pero ya había empezado la danza de nombres: desde Tiago Nunes, el brasileño que el año pasado dirigió Sporting Cristal, pasando por el autopostulado Ángel Comizzo, hasta el último mencionado Nolberto Solano.
“Me encantaría dirigir la selección peruana, pero con una condición, que se le diga a la gente que por uno o dos Mundiales no vamos a ir, porque no hay otra manera de poder salir de este pozo”, señaló Comizzo, hoy técnico de Atlético Grau de Piura.
Y aunque en estos días la elección del técnico es el problema menos importante en la Videna por el conflicto que existe entre la FPF y 1190 Sports por los derechos de televisión, es necesario encontrar el rumbo deportivo: no solo no hay técnico de la selección, sino que tampoco hay director de Fútbol tras la salida de Juan Carlos Oblitas y no habrá jefe de la Unidad Técnica de Menores (Chemo del Solar, otro voceado para dirigir a la selección mayor, dejará el cargo tras el Sudamericano Sub-20). Los tres cargos más importantes para la conducción del fútbol peruano no tienen cabeza.
En un principio la idea en la Videna era que el reemplazo de Oblitas se encargara de evaluar el trabajo de Fossati y decidir su continuidad. Sin embargo, el panorama es diferente. Por eso, la federación está en busca de un hombre ideal para el puesto antes que del técnico. Por ello, ha insistido en el argentino José Pékerman, quien podría ser el técnico en lo que resta de las Eliminatorias y también ser la cabeza de un proyecto integral a largo plazo.
Una vez que se encuentre al nuevo director general, el siguiente paso es elegir al nuevo técnico: uno que sepa manejar y levantar un vestuario alicaído, que respete el ADN del futbolista peruano y tenga un proyecto que pueda -o intente- dar frutos a corto y largo plazo, pensando en este Mundial y el próximo.