Porque Pol lleva el fútbol en la sangre. Su madre es María José Camacho, exjugadora, entre otros, del Barcelona. Su padre era el malogrado Francesc Arnau, exportero también del Barça y del Málaga.
Al contrario que su hermano mayor, Marc (21), que sí siguió los pasos de su padre aunque en categorías amateur, el ahora jugador del Logroñés actúa de lateral por ambas bandas. Se hablaba de su polivalencia cuando fichó procedente de la Damm y después de pasar por las canteras del Málaga y del Oviedo. Pero ahora lo ha llevado al extremo.
Tras la conmoción de Royo, meta titular, al chocar con Stuani, el Logroñés, que ya había agotado todos sus cambios, tuvo que jugar con uno menos... y con un futbolista de campo asumiendo ese rol con toda una segunda parte de la prórroga y parte de la primera aún por jugarse. Fue Pol quien cogió los guantes, que eso ya lo había visto él en casa.
Parecía imposible que los riojanos aguantaran así. E incluso cuando lo hicieron, también parecía más improbable que salieran triunfadores de una tanda de penaltis sin un guardameta de verdad. O lo mismo es que sí lo es. En sus genes lo lleva y Pol, que estuvo a punto de detener el primer lanzamiento, adivinó la intención de Abel Ruiz y desvió su disparo. Luego fallaría Madrazo para seguir con 1-1 en la lotería... Anotó Danjuma, respondió Agüero; metió Juanpe, también Moreno; falló Stuani con un tiro al larguero... y acertó Iribarren. Y todos corrieron a por Pol Arnau, el verdadero héroe de la noche copera.