Con un Carlos Tartiere a reventar, el Oviedo y el Mirandés estaban ante el último examen que les podía dar un ascenso a Primera División. La tensión rebosaba, unos más de dos decadas y casi un lustro sin pisar Primera y los otros, toda una vida.
A los visitantes les valía con un aprobado raspado, ya hicieron los deberes en el primer parcial y partían con ventaja respecto a sus rivales. Los asturianos necesitaban mejorar sus prestaciones y aprobar también, pero con nota.
Sin embargo, a pesar de tener que remontar, Paunovic y los suyos gozaron de un ambiente muy favorable que podía ser clave.
El Mirandés aprieta, pero el Oviedo no se ahoga
El inicio del encuentro dejó la impronta de lo que parecía ser un Oviedo algo nervioso y un Mirandés mejor plantado y con las ideas más claras.
A pesar de que quienes necesitaban el gol eran los carbayones, la juventud jabata demostró su rebeldía al cuarto de hora. El desparpajo impropio de una final de los playoffs de ascenso que demostró Iker Benito acabó en gol para los de Miranda de Ebro.
Una jugada enarbolada de los de Lisci acabó en pies de un Iker Benito que volvió loco a Nacho Vidal y encontró a Panichelli en el área pequeña. El argentino remató de cabeza al palo contrario que ocupaba Aarón Escandell para poner el segundo en la eliminatoria del Mirandés. Era el 21º del delantero.
Balones al crack
Es lo que necesitaba el Oviedo para mantenerse con vida, y el Mirandés le echó un cable dando un par de pasos hacia atrás.
Cazorla tomó el mando de los azulones y empezó a encontrar a Hassan y Fede Viñas en situaciones de uno para uno. El equipo local había despertado, los suyos lo sabían e intentaron auparles con la fuerza de sus gargantas.
Era un asedio y en un córner sacado por el hijo pródigo de la capital asturiana, los locales encontraron el premio. David Costas remató el balón que puso con música Cazorla y Alberto Reina detuvo el cabezazo con la mano, penalti. El '8' oviedista puso las tablas antes del descanso, 1-1.
Cambio de papeles
El Mirandés dio un paso hacia adelante, pero un golpe rápido del Oviedo igualó el combate a puntos. Nada más comenzar la segunda parte, Hassan desequilibró por la derecha, Viñas encontró sin querer a Ilyas y el marroquí batió a Raúl Fernández con un disparo raso.
El tanto supuso lo mismo que el primero del partido, pero con los papeles cambiados. El Mirandés se sacudió las malas sensaciones y embotelló a los locales, aunque el asedio de los burgaleses no le dio más trabajo que en el primer acto a Aarón Escandell.
La más clara llegó a 10 minutos para el final. Un balón al cielo acabó en la cabeza del punta argentino, visitante que remató abajo buscando el gol, pero que el meta valenciano salvó al Oviedo.
Era un toma y daca. Alemão, tan solo cuatro minutos después, se fabricó una jugada individual fantástica para plantarse delante de Raúl Fernández. El brasileño lo tenía todo para marcar, pero la fatiga de la jugada le hizo disparar por encima del larguero.
Ninguno de los arietes pudo derribar las barreras de sus contrincantes y el partido se marchó a la prórroga.
Portillo pone la guinda
Al Oviedo le servía un empate para ser equipo de Primera. Su delantero generaba constantemente ventajas y probó a Raúl Fernández, que le dio vida a los visitantes con una buena parada.
Los locales siguieron apretando, querían sentenciar el duelo para no sufrir y, en ese momento, apareció Portillo. El de El Palo marcó un golazo inapelable a la media vuelta y por la escuadra para poner el 3-1 y dejar la eliminatoria sentenciada.
Una tangana que se saldó con una roja para cada equipo (Egiluz y David Costas) a falta de tres minutos para el final ensució un poco una eliminatoria preciosa. El Mirandés honró su temporada buscando recortar distancias, pero murieron en la orilla ante un Oviedo muy sólido.