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Del título con el Leicester a la ciudad del violín: 'StradiVardy' hace soñar a Cremona

Jamie Vardy, jugador del Cremonese
Jamie Vardy, jugador del CremoneseMICHAEL REGAN / GETTY IMAGES EUROPE / Getty Images via AFP
A los 38 años, nueva aventura en la Serie B para el jugador inglés, que fue obrero en una fábrica y se hizo famoso en todo el mundo por la Premier ganada con los Foxes de Ranieri.

De la fábrica a los campos de fútbol, de los aficionados a la histórica victoria en la Premier League con el Leicester de Claudio Ranieri. Y ahora la Serie A con el recién ascendido Cremonese que, sorprendentemente primero en la clasificación con pleno de puntos tras las dos primeras jornadas, con él en ataque quiere seguir soñando.

Después de escribir uno de los cuentos de hadas más increíbles del fútbol moderno, Jamie Vardy, de 39 años el próximo 11 de enero, ha elegido la ciudad de Stradivari para volver a sorprender. El jugador aterrizó anoche en el aeropuerto de Linate y esta mañana se ha sometido a los exámenes médicos.

Una elección sin precedentes

Para el club de Giovanni Arvedi no es sólo la compra de un jugador importante, es una señal de ambición y crecimiento. Para Vardy, que ha rechazado otras ofertas importantes, es en cambio una elección de corazón, de coraje, de ganas de volver a empezar.

En su mente hay una nueva gran empresa, en una realidad que siempre ha dado que hablar por su capacidad de transformar el talento en arte, la provincia en excelencia: Stradivari, de hecho, pero también Mina, Tognazzi y, para seguir con el fútbol, Gianluca Vialli.

Vardy aporta experiencia y carisma

Con él, el jugador, que en la quinta liga jugó con una tobillera porque fue detenido por pelearse, aporta experiencia, carisma y un bagaje técnico que no necesita presentación.

Pero sobre todo aporta la mentalidad del ganador, de los que no se rinden y saben perseguir sus objetivos aunque parezcan imposibles de alcanzar. El perfil ideal para enloquecer a los seguidores del Grigiorossi.

En el Centro Arvedi cientos de aficionados esperaron durante horas a su nuevo ídolo. "Llévanos a Europa" era el grito que acompañaba repetidamente a su nombre, el símbolo de una esperanza creciente que huele a desafío al destino. La ciudad se congregó en torno a él, como si ya hubiera intuido que con Vardy no se trataba sólo de fútbol, sino de una historia por contar.

Incluso el entrenador Nicola, que sabe un par de cosas sobre gestas imposibles de salvación, está deseoso de abrazarlo e incluirlo en los esquemas de un equipo que aspira a una temporada puntera en la máxima categoría después de tantos altibajos en el campeonato cadete.

A la sombra del Torrazzo ya le consideran uno de los suyos porque, si es cierto que el fútbol vive de emociones, en Cremona la emoción ya tiene la cara sonriente de Jamie Vardy y el grito de una ciudad que nunca deja de soñar a lo grande.