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La esperanza del Inter se llama 'Deu ci seu': los sardos quieren su 'vendetta'

Rivalidad entre aficiones: pancartas despectivas en la Curva de Nápoles
Rivalidad entre aficiones: pancartas despectivas en la Curva de NápolesALESSANDRO TOCCO / NurPhoto / NurPhoto via AFP
La fuerte rivalidad entre napolitanos y sardos tiene sus raíces en los años 90, cuando varios episodios marcaron la memoria de los orgullosos habitantes de la isla. Los aficionados lesionados piden ahora a los hombres de Nicola que se "tomen la revancha" aguando la fiesta a los napolitanos.

15 de junio de 1997, estadio San Paolo de Nápoles. Se juega la eliminatoria por la salvación entre el Cagliari y el Piacenza, con los sardos entrenados por Carletto Mazzone y los emilianos por Bortolo Mutti. Acabó 3-1 para el Piacenza, que logró la salvación, mientras que el Cagliari descendió a la Serie B.

Para los sardos es una herida sin cicatrizar, no sólo por el resultado, sino por todo lo que ocurrió aquel día. 20.000 personas llegaron desde la isla para apoyar al equipo. Primero sufrieron un retraso en el atraque en el puerto por motivos burocráticos, y luego fueron recibidos a pedradas por los aficionados napolitanos. Hinchas que se pusieron abiertamente del lado de los aficionados emilianos, viendo también que en el banquillo del Piacenza se sentaba Mutti, que estaba a punto de pasarse a la azzurra (con resultados desastrosos, sin embargo, ya que el Nápoles acabaría en la Serie B).

Y la cosa no acabó ahí, porque incluso la sobremesa del partido fue especialmente "animada": al pitido final se desató una auténtica cacería del sardo por las calles de Nápoles y hubo varias agresiones que dejaron secuelas. Marcas que han quedado grabadas en la memoria desde entonces. Un asunto doloroso transmitido por los sardos hasta el punto de que esta historia será también objeto de un docufilm titulado "Deu ci seu": el éxodo de una isla para apoyar a uno de sus símbolos y la acogida que recibió.

Si aquel 1997 marcó un antes y un después, una herida irremediable, la rivalidad se gestó incluso antes, cuando Ferlaino -entonces presidente del Nápoles- compró el 50% del club sardo en 1992 para evitar que Daniel Fonseca, que jugaba allí, fuera vendido al Juventus, como habían prometido el propietario saliente, Antonino Orru, y el director deportivo del Salerno, Carmine Longo. Así, con 20.000 millones de liras por el 50% del club y 16 por el uruguayo, Ferlaino compró lo que se convertiría en la manzana de la discordia entre ambos clubes. Famoso fue el gesto del paraguas que el delantero hizo a la afición del Cagliari tras un gol en el Sant'Elia por haber sido insultado durante todo el partido por esa misma traición.

Rivalidad deportiva y política

La rivalidad deportiva también se convirtió en política durante la emergencia de las basuras de 2008, cuando el Estado decidió que una parte de los residuos debía transferirse a Cerdeña. Circunstancia aceptada por el presidente regional Soru, para echar una mano a Campania. 

No obstante, esta decisión que provocó una revuelta entre los sardos, con el alcalde Giovannelli  haciendo guardia en el puerto de Olbia. Y al final la protesta funcionó porque los barcos sólo llegaron al puerto de Cagliari y los residuos se eliminaron en Casic, en la zona industrial. Pero no sin problemas, porque los sardos, para expresar su descontento, atacaron la casa de Soru con piedras y bolsas de basura.

Los napolitanos, listos para la fiesta del Scudetto
Los napolitanos, listos para la fiesta del ScudettoAntonio Balasco / Alamy / Profimedia

Una rivalidad que nunca se ha calmado, es más, se ha avivado con el tiempo. Prueba de ello es el primer partido, en el que los aficionados napolitanos desplegaron una pancarta que rezaba "Cazando ovejas" y la respuesta sarda con el lanzamiento de bombas de humo en el Unipol Domus, lo que también provocó la suspensión temporal del encuentro.

Tensiones que llevan esta noche a los aficionados a pedir a Davide Nicola y a sus hombres una hazaña para aguar la fiesta a los partenopeos, a pesar de haber logrado ya la salvación. Una empresa ardua teniendo en cuenta lo que está en juego para el Nápoles, la fuerza del equipo de Conte y los 50.000 seguidores del Maradona, pero que para los sardos tendría sabor a "venganza deportiva". Sobre esta animadversión, sobre este espíritu de revancha que los aficionados esperan transmitir al equipo, puede apostar el Inter de Inzaghi para arrebatar clamorosamente un Scudetto que parece ya cosido a las camisetas azzurri.