Cinco años de contrato, 37 millones de euros sobre la mesa de inmediato, más primas que podrían elevar la factura hasta los 42. Ni tira y afloja, ni telenovela: las negociaciones se cerraron en un tiempo récord. El Milan decidió no perder el tiempo y se ha llevado a Christopher Nkunku, dispuesto a convertirse en la nueva cara del ataque rossonero.
El Milan vuelve a probar con una vieja costumbre que le ha dado buenos resultados en los últimos años: pescar entre los despidos del Chelsea y sacar oro de ellos. Ocurrió con Tomori, que pasó de ser un calienta banquillos en Londres a convertirse en fundamental en el conjunto rossonero. Ocurrió con Pulisic, que renació en Milán con goles, asistencias y liderazgo. Loftus-Cheek aún está en ello, pero el camino está trazado.
Ahora es el turno de Nkunku. Y si el talento es el que se vio en su etapa en el Leipzig, entonces sí que hay motivos para sonreír.

Quién es Christopher Nkunku: perfil y trayectoria
Hablar de Nkunku como un simple delantero es limitarse. Es un jugador que vive entre líneas, al que le gustan la libertad y la imprevisibilidad. Puede partir desde la banda, actuar como segundo punta, moverse como falso 9 o colarse en el área como centrocampista de llegada. Un talento líquido, difícil de enjaular en una única definición.
Formado en la cantera del PSG, debutó con los parisinos en 2015, pero nunca logró encontrar continuidad. Demasiada competencia, demasiado talento alrededor. Así que en 2019 optó por la vía arriesgada y se marchó a Alemania, al Leipzig, donde se consolidó como protagonista absoluto en la Bundesliga. De trequartista a rematador completo, afinando su disparo, regate y lectura de espacios, convirtiéndose en letal en las llegadas al área.
La temporada 2021/22 sigue siendo su punto álgido: 35 goles en total, seis en seis partidos de Liga de Campeones, y el título de mejor jugador de la Bundesliga.
Al año siguiente marcó 23 goles antes de fichar por el Chelsea, donde, sin embargo, sus estadísticas bajaron: 17 goles en 49 partidos repartidos en dos temporadas. Las lesiones, que también le costaron el Mundial, y la falta de continuidad limitaron su rendimiento.
El pasado en el Chelsea, sin embargo, no dice toda la verdad. El Milan lo sabe bien. Y ahora, tras haber convertido "rechazos" en recursos, sueñan con volver a dar con la tecla. Quizás con un Nkunku devuelto a su gloria del Leipzig.
¿Cómo lo utilizará Allegri? Un puzzle ofensivo por resolver
Con un jugador como Nkunku, el primer dilema no es si jugará sino dónde. La inversión realizada y la calidad del francés no dejan lugar a dudas de que será titular. El problema, si acaso, es encajarlo en un sistema en el que sigue faltando una figura clave: el delantero centro.
En Lecce, por ejemplo, seguirá siendo Santiago Giménez el encargado de liderar el ataque. Pero con Nkunku listo y Leão totalmente recuperado, las opciones ofensivas empiezan a ponerse interesantes. Allegri ya ha probado al portugués como delantero centro atípico, explotando su velocidad y profundidad. Con Pulisic y Nkunku por detrás, en un hipotético 3-4-2-1, el Milan podría convertirse en una máquina de transiciones, capaz de golpear desde todos los ángulos.
La zona central, con Leão libre para moverse, podría ser ocupada a su vez por Nkunku y Pulisic, en un continuo intercambio de papeles. Y con un centro del campo de tres hombres en la retaguardia, Allegri tendría por fin el equilibrio adecuado para hacer frente a la presencia de tres jugadores ofensivos al mismo tiempo.
Difícil, al menos por ahora, imaginárselo como delantero puro. No está en su ADN. Y también por eso el Milan sigue mirando a su alrededor.
¿El perfil atacante ideal? No para Tare
La duda, de hecho, la planteó el propio Igli Tare, a finales de junio, cuando hablando del mercado declaró: "Buscamos un delantero con características diferentes a Giménez, un poco como Giroud."
Nkunku, desde este punto de vista, es todo lo contrario. No es un hombre de área, no es un jugador de espaldas y de goles sucios. No es, en definitiva, el clásico terminal que completa el mosaico. Y es precisamente aquí donde se abre el espacio para otra jugada.