"Como resultado de la denuncia penal presentada por el Galatasaray contra nuestro entrenador, José Mourinho, por motivos de racismo, la Fiscalía de Estambul decidió que no se había producido ningún delito penal y que no había necesidad de procesarlo", rezaba el comunicado.
En cuestión estaba un comentario de Mourinho sobre la exhibición del árbitro del partido, el esloveno Vincic.
"Su banquillo saltó como monos sobre el niño. Con un árbitro turco, me sacaría una amarilla en el primer minuto y cinco minutos después tendría que sustituirle. Afortunadamente, estuvo perfecto", declaró entonces el portugués.
En su momento, varios exjugadores del técnico luso salieron en defensa del técnico.
"No fueron inteligentes en la forma en que me atacaron, porque no conocían mi pasado", dijo el propio entrenador portugués en declaraciones a Sky Sports.
"No conocían mis vínculos con África, el pueblo africano, los jugadores africanos y las organizaciones benéficas africanas. Así que en vez de volverse contra mí, creo que se volvieron contra ellos", señaló.
Esta semana, The Special One se vio envuelto en una nueva polémica tras pellizcar la nariz del entrenador Okan Buruk, de nuevo en un partido contra el Galatasaray, esta vez por la Copa de Turquía. Según la prensa turca, el técnico portugués se arriesga a una suspensión de 10 partidos.