"Ya se lo había dicho a Gonzalo (Belloso, presidente del Rosario Central) en su momento: quiero venir para jugar y vivir. Para salir, para poder hacer cosas, para vivir. No vine a la Argentina para quedarme encerrado", dijo Ángel Di María, refiriéndose al regreso postergado por un año, debido a las tensiones políticas en la Argentina, que lo llevaron a renovar con el Benfica.
"Las cosas son más graves de lo que realmente está pasando. El país es como es y tenemos que aprender a adaptarnos también", añadió el extremo argentino, feliz por estar de regreso al Rosario Central y al fútbol argentino.
"Es mucho más de lo que imaginaba. Los partidos fuera de casa, contra Lanús y en Tucumán, fueron sorprendentes. Volvería a pasar por lo mismo de nuevo, todo exactamente igual, no cambiaría nada para que la historia terminara así. Volvería a pasar por todas las dificultades de nuevo para sentirme tan querido como me siento ahora", asumió Di María, asegurando que el deseo de regresar a casa fue común entre toda la familia.
"Mia es de Madrid y Pía de París. Pero los Di María nunca negociaron su lugar en el mundo: Rosario", subrayó.

Su nueva vida
El cambio, sin embargo, llevó a algunos cambios en la rutina familiar.
"Pía, en Portugal, jugaba al tenis y ahora juega al hockey porque sus amigas van. Aunque tenemos algunos recursos, nunca dejamos de decirles que todo cuesta dinero y de recordarles de dónde vienen y cómo fue la infancia de sus padres", cuenta Di María, que habló también de su mujer.
"Jorgelina dudó en irse a vivir conmigo a Lisboa, pero tomó la decisión y viajó. La primera vez que entró en el estadio, ganamos. Marqué un gol para el Benfica y corrí hacia donde estaba ella y dibujé un corazón con las manos. Ella había ido por mí. Después, adopté eso como un ritual y seguí haciendo ese gesto", recordó el extremo, que es un verdadero ídolo en la Argentina.
"En mi barrio, la gente ya pasa y me saluda. No es como si se quedaran en la puerta o quisieran acercarse para sacarse una foto cuando me ven. Fueron tantos años de selección que la gente me ve y, al principio, hasta necesitaban tocarme, sacarse una foto. Soy el primero en entender eso, pero pasa y se vuelve común", explicó Di María, que aún no sabe qué le deparará el futuro cuando termine su carrera.
"El jugador entrena y vuelve a casa, mientras que el técnico tiene que quedarse viendo vídeos y se dedica mucho más. Seguiré en el fútbol, pero no tengo certezas. Sigo siendo jugador y, en realidad, no sé qué me gustaría hacer", asumió.