El defensor del título y número uno mundial se sobrepuso a unos problemas físicos para ganar por 6-1, 3-6, 6-3 y 6-4.
Alcaraz y Sinner serán el primer dúo en enfrentarse en tres finales de Grand Slam en una misma temporada en la era Abierta (desde 1968).
Jannik es el jugador más joven en llegar a las finales de los cuatro torneos de Grand Slam en una misma campaña, en la que ya alzó los trofeos del Abierto de Australia y Wimbledon.
Esta marca pertenecía a Roger Federer desde la temporada 2006, cuando el maestro suizo tenía 25 años. Únicamente dos tenistas más, Rod Laver y Novak Djokovic, han logrado esta hazaña.
La final del domingo será la tercera seguida entre ambos jugadores, tras la victoria en junio del español en Roland Garros y la de julio del italiano en Wimbledon.
En caso de victoria, Carlos desbancará a su rival del liderato de la ATP, que no ostenta desde septiembre de 2023.
Tras una victoria rotunda en la primera semifinal ante Djokovic, los sobresaltos llegaron inesperadamente en el segundo turno.
Enfrente tenía un rival improbable en el canadiense Auger-Aliassime, una antigua promesa del tenis mundial venida desde hace años a menos.
"Estoy muy feliz", dice Sinner
El jugador norteamericano, semifinalista en 2021, repuntó en este mismo escenario cuando pocos lo esperaban y eliminó a figuras como Alexander Zverev con su capacidad atlética y agresiva derecha.
J. Sinner cumplía con los pronósticos cuando se anotó el primer set por un rotundo 6-1.
De repente, los 23.000 aficionados despertaron al ver cómo el norteamericano quebraba por primera vez, se embolsaba el segundo set y un adolorido Sinner pedía atención médica al tomar asiento.
El número uno, que se señalaba la zona abdominal, recibió tratamiento en el vestuario y tardó en entrar otra vez en ritmo.
La velocidad de su servicio se resintió dramáticamente, pero el canadiense inició una sucesión de errores en los momentos clave, fallando 10 de sus 11 pelotas de break en el partido.
En el cuarto set quemó sus últimos cartuchos en un feroz cuarto juego, de más de 10 minutos, en el que el de San Candido resistió cuatro pelotas de quiebre, una de ellas con un dramático golpe que entró por centímetros.
El italiano alzó los brazos después de casi tres horas y media y restó importancia a sus molestias.
"No es nada demasiado malo", afirmó. "Estoy muy feliz. No hay excusas. El domingo es un día muy especial. Una final increíble otra vez. Veamos qué pasa", concluyó.